RECUERDO DE LUIS PINILLA SOLIVERES
EN LA DEDICACIÓN DE LA CALLE A SU NOMBRE
Una calle o una plaza es un lugar público, el lugar más cercano al conjunto de los ciudadanos. Lugar para el uso de la vida cotidiana, lugar donde encontrarse y tener noticia unos de otros, lugar donde animarse a seguir cada uno el camino de la vida. Pero comunicados y no aislados, abiertos y no encerrados.
La ciudad de Zaragoza aceptó dedicar el nombre de esta calle (que no deja de ser significativo tenga más bien forma de plaza abierta), a Luis Pinilla Soliveres, precisamente por lo que hoy queremos reconocer aquí públicamente sus amigos y discípulos.
Sí, amigos y discípulos porque hoy le seguimos considerando aun más (hoy hace 6 años de su despedida) amigo común y maestro. Maestro, por ejemplo, en la faceta de ciudadano ejemplar.
Magisterio en lo que reconocemos que Luis vivió
con tal disposición de cercanía a toda persona con la que se cruzaba con su sonrisa permanente,
tales posicionamientos ante la cosa pública de reconocida calidad ética,
tal entrega a los jóvenes como el mejor recurso humano de una sociedad,
tal creatividad en múltiples campos que él vivió desde una profunda fe cristiana…
En definitiva, reconocemos en él tales virtudes humanas, ciertamente privadas pero también públicas, profesionales y sociales y por tanto ciudadanas, que es de justicia que estemos aquí confirmando, en este sencillo acto, que la ciudad de Zaragoza se lo haya reconocido.
Someramente recordamos, en relación a Zaragoza, que
- Aquí residió y estudió de niño unos años.
- Hasta aquí llegó en los años 50 la repercusión de los colegios de preparación militar que él fundó, como el Gran Capitán de Montañana, con aquél espíritu en el que se formaron tres décadas de generaciones de profesionales de la milicia.
- Muchos de los que estamos aquí somos hijos de las varias iniciativas que, desde los años 60 y siempre movido por la educación de la juventud, impulsó en esta ciudad. Iniciativas como residencias universitarias, aulas de apoyo al estudio y clubs juveniles en los barrios, una escuela de educadores en el tiempo libre y grupos donde se encontraban jóvenes de diversa índole y clase social.
- En el período 1979-1982, y con una postura incontestable en años decisivos para la democracia en España, ocupa el cargo de Director de la Academia General Militar.
- Así es reconocido en ese año 1982 por el Excmo. Ayuntamiento de Zaragoza, nombrándolo Hijo adoptivo de la ciudad.
Guardamos una anécdota que da fe de estos méritos. La encontramos después de su fallecimiento, en su cuaderno de vida, como él mismo la escribe: Tuve la satisfacción de que el Ayuntamiento de Zaragoza me nombrara Hijo adoptivo porque suponía reconocer que algo había intentado de acercamiento al pueblo. Estando en el balcón del Ayuntamiento, con el desfile de carrozas de barrios y asociaciones, en las fiestas del Pilar, la del Altamar (club juvenil de Torrero), los chicos empezaron a llamarme y aplaudir, y oí cómo el Alcalde le decía a un concejal –el único que al parecer se había opuesto-, ¿lo ves, lo ves?, ya te decía yo que éste era además querido por los jóvenes de los barrios.
También un ejemplo vale más que mil palabras. La persona de Luis Pinilla, todo un ejemplo de ciudadanía.
FUNDACIÓN LUIS PINILLA SOLIVERES
Zaragoza, 8 de Mayo de 2010